ATM presenta la primera exposición individual en Europa de Karlo Andrei Ibarra (San Juan, Puerto Rico, 1982). El artista puertorriqueño ha desarrollado una residencia de producción durante dos semanas en Gijón, impulsada por ATM, que ha dado como fruto la exposición que se inaugura el viernes 5 de octubre bajo el nombre, Cumulative Failures.
Karlo Andrei Ibarra construye un relato a través de un juego entre imagen y palabra. Mediante la alteración de los objetos y los materiales, despliega el ingenio; con la palabra, la ironía. El ingenio y la ironía se convierten así en sus herramientas principales de defensa, y de ataque. ¿Cómo narrar si no una historia tan compleja y tan desconocida como la de Puerto Rico?
Un lugar destinado al anonimato. A la banalidad que surge del peligro de que cada queja, cada lamento o cada reivindicación se convierta en una frase de reggaetón, de trap. La reconversión del pesimismo en lema motivacional que mantenga la esperanza, la memoria cada vez más liviana, que permita olvidar que el fracaso ya ha ocurrido. Que volverá a pasar.
“Cuando pronuncio la palabra futuro, la primera frase pertenece ya al pasado”. Una frase fuera de contexto que el artista presenta sobre una llana de construcción. El futuro prometedor en un país construido a base de capas y sustratos de diferentes identidades.
Primer cimiento sobre el que construir una nueva era, la arquitectura es una de las bases del progreso, y recurso histórico para entender las épocas pasadas. De ahí las constantes referencias a la construcción de Karlo A. Ibarra, nunca utilizados como símbolos de exaltación, sino como símbolo del constante trabajo de reconstrucción, de los trabajadores necesarios para curar sus heridas y recomponer su historia.
Los fracasos acumulados de una isla única que se ha convertido en un espacio de continuo ensayo y error. Carente de una economía e industrias propias, el acto de recuperar un saco de una antigua azucarera se convierte en una labor arqueológica, el acto heroico de recuperar los vestigios de lo que parece una ensoñación.
Quizás porque Puerto Rico ha sido un lugar de pruebas adelantado, su situación trasciende lo local y refleja la frustración generalizada de las expectativas. Incapaz ya de discernir entre los minerales preciosos y el lodo, la tierra absorbe todo, primando la velocidad de consumo.
Una mano detiene el tiempo, pero incapaz de marcar un rumbo, está abocada a un deriva donde la inercia retorna al punto de partida. Ante una memoria cada vez más incierta, y un futuro pasado, la obra de Karlo Andrei Ibarra transforma la política en poética, y nos hace plantearnos si en realidad no hay nada que hacer.